viernes, 9 de enero de 2009

Presentación


Conocí a Pilar el día 12 de Octubre de 1987. Hemos compartido nuestra vida desde ese día hasta el día 29 de Septiembre de 2008. De ahí el título de este blog. Podría daros incluso la hora exacta de los dos acontecimientos, y las sensaciones que tuve en los dos momentos, tanto al conocerla como a la despedida, pero no quiero abrumaros con unos datos que nos pertenecen únicamente a ella y a mi, y que para cualquier otra persona seguramente no significarían absolutamente nada.

Esa es una de las preguntas más frecuentes que me hecho durante este último mes, antes de decidirme finalmente a sumergirme en un blog dedicado a exponer recuerdos, vivencias y sensaciones compartidos con la persona que precisamente me ha convertido en persona. ¿Le importarán a alguien nuestras alegrías, nuestras tristezas, nuestras pequeñas y grandes anécdotas, nuestros viajes por todo lo ancho y alto de este mundo?. Aún todavía, a la hora de ponerme a escribir estas líneas, no estoy seguro de si sabría contestar o no a esa pregunta. Nuestra vida tal vez no haya sido digna de aparecer en un programa de “reality show”, y no se han producido tormentosos acontecimientos como los que salpican la vida de los protagonistas de los programas del corazón, pero ha sido una vida plena, algo quizá tanto o más importante que todo lo anterior. He tomado la decisión de hacer el blog, en primer lugar porque lo necesito, en segundo lugar porque este blog constituirá una forma de que Sergio tenga una referencia de diversos aspectos de sus padres que, aunque le hemos contado muchas veces, lo hemos hecho de una forma más o menos desordenada, y en tercer lugar, porque los más allegados, amigos y demás familia, se verán reflejados también muchas veces, y seguramente sonreirán, se emocionarán, saltarán de alegría o de tristeza cuando lean ese recuerdo entrañable, esa comida pantagruélica, esa tarde de sopor y aburrimiento, plasmados en este lugar común. A los que no hayáis compartido estas vivencias, y os asoméis por aquí, os deseo que paséis un rato cuando menos agradable, en ocasiones divertido, en ocasiones aburrido, pero siempre real.

Intentaré mantener desde el principio una cierta coherencia temporal, tanto en lo que se refiere a los textos como en las fotografías elegidas para encabezar los artículos, pero no os prometo nada. La memoria flaquea al llegar a cierta edad, y también es muy posible que una vez reflejado tal o cual acontecimiento, recuerde, o alguien me ayude a recordar, otro acontecimiento tanto o más importante, situado más atrás en el tiempo. Con las fotografías es muy posible que ocurra algo parecido. A la organizada forma de colocarlas al principio, en maravillosos álbumes de tapa roja, hojas como de cartón, con líneas horizontales adhesivas y plásticos transparentes que siempre se despegaban, se une la caótica costumbre de guardar ciertos paquetes en una enorme caja, casi siempre roja (no sé porqué, os lo juro) y decorada con motivos navideños. En esa caja es posible encontrar negativos sueltos, amarillentas e inclasificables fotografías del día en el pantano del Burguillo, postales de un lugar que no se recuerda, dibujos infantiles y hasta una entrada al zoo del año 1988, por decir algo. Para esta presentación concreta he procurado escoger la primera opción, la del orden, y he elegido una imagen que saqué en una excursión al Escorial, un par de semanas después de que Pilar y yo empezáramos a salir oficialmente.

Gracias al consejo de amigos y familiares, he decidido finalmente prescindir de la opción de comentarios para este blog. Sé que muchos de vosotros no estaréis de acuerdo con esta decisión, pero quiero que se comprenda bien que este es un blog de tipo intimista, muy personal, y que el hecho de tener que contestar o agradecer los comentarios de los que lo frecuentan me harían perder un poco la perspectiva de su desarrollo. Prefiero centrarme plenamente en exponer de una forma más o menos interesante los recuerdos que han plagado estos algo más de veinte años de vida juntos, y espero que comprendáis y respetéis la decisión de no publicar comentarios. Al que quiera ponerse en contacto conmigo, siempre le queda la opción de dirigirme un correo personal a la siguiente dirección:
rincondefelix@gmail.com

En este mismo sentido, tampoco puedo aseguraros la frecuencia con la que se desarrollarán las diferentes entradas, pero me ofrezco a confeccionar una lista con aquellos interesados en seguirlo, como ya hago cada vez que publico una entrada en mis otros blogs con los más allegados, y avisarles cada vez que se publique una entrada. Al que le interese esta forma de seguir la página, le ofrezco la posibilidad de enviarme su dirección de correo a la dirección indicada más arriba. Los correos de aviso los envío con copia oculta, por aquello de mantener el anonimato entre los que lo reciben. Lo digo por si a alguien le da respeto esta forma de enterarse de la colocación de entradas en el blog.

Al principio de esta presentación he explicado la razón del título del blog. Creo que el subtítulo, la maravillosa frase que tan generosamente me regaló Stael, del foro de Yoescribo, se explica por sí sola, y esa frase, precisamente, ha sido el detonante que me ha empujado a crear este blog en recuerdo de Pilar. Desde que la leí le he estado dando vueltas, y este es el producto final.

Así que no me queda nada más que desearos que sonriáis, amigos, del mismo modo en que Pilar y yo lo hemos hecho a lo largo de estos algo más de veinte años.